
Ayer pudimos disfrutarnos en una charla-taller preciosa en la que si bien no hubo mucho espacio para la interacción, porque cuando se tienen criaturas hay que adaptarse, sí pudimos reflexionar y mucho sobre el laberinto de la maternidad.
La primera cuestión que me viene a la cabeza cuando pienso en la maternidad es ¿Cómo llegamos a ella? Lo ideal es llegar desde el deseo, conectando con la maravilla de traer al mundo a un nuevo ser fruto del amor que tengo para dar, pero no siempre es así. Llegamos a la maternidad después de muchos intentos, de pasar por tratamientos de fertilidad, por presiones sociales, por mandatos, porque es lo que toca…y ya desde este instante esa MATERNIDAD no va a ser lo mismo para unas que para otras. También hay que entender como maternidad no sólo la gestante, también hay quien adopta o acoge y se va a encontrar con problemas similares.
La siguiente cuestión es el contexto socioeconómico donde tiene lugar esa venida al mundo: no es lo mismo tener una buena posición económica, con un buen puesto de trabajo, estudios, una casa cálida y cómoda, en un país respetuoso y conciliador que traer a esa criatura a un medio hostil, sin recursos, sin saber si va a salir adelante…
Seguimos con las cuestiones y nos enfrentamos a diferentes gestaciones con diferentes tratamientos, expectativas externas e internas, consejos, obligaciones…y siempre pensando en que es una gestación sin problemas, súmale a eso si tienes que guardar reposo, si la placenta está bien, si tu tensión está bien, si tu glucosa está bien…y por supuesto dando por hecho que tendrás una buena matrona-ginecóloga que te escucha y te entiende, lo que no es habitual en la mayoría de los casos.
Fíjate hasta aquí la cantidad de laberintos que se nos van abriendo…
Llega el gran día, todo está preparado y estamos dispuestas a dar la bienvenida a nuestra criatura, sea como sea la forma en que va a llegar a nuestro hogar. En ese momento querríamos un mando a distancia y que alguien le diera a pausa durante unos meses, dejar que nos recuperáramos completamente y ya como nuevas darle de nuevo a seguir y coger entonces a esa criatura y poder darle lo mejor de lo mejor, que se lo vamos a dar, pero no en las mismas circunstancias.
Tras el parto llega el cansancio, la revolución hormonal, los ajustes internos, los cambios físicos y los laberintos se nos van acumulando. Una nueva situación a la que adaptarse desde lo físico, lo emocional, lo mental, lo sexual…y nos sentimos incomprendidas, tristes, culpables, superadas, angustiadas, ansiosas…y es normal! El puerperio tiene una duración diferente para cada mujer, y partiendo de que cada maternidad es única a cada una nos sentará de una manera. Aquí vuelve a salir el contexto social y depende de si tienes una buena red de apoyo en esos momentos, si tu pareja, si la tienes, es corresponsable en todo lo que le toca, si te dejas ayudar, que en muchos casos es la mayor dificultad.
La etapa de crianza es la más dura, y lo sabes, después llegarán tiempos de bonanza, pero esos primeros años son imprescindibles buenas dosis de escucha, paciencia, buentrato y responsabilidad compartida. Es en esta etapa cuando podemos buscar grupos de apoyo, como los que tienen en la Asociación Pachamama Mérida, como nuestra Escuela de familias, o grupos que tengas en tu comunidad. La red de apoyo en estos momentos te ayudará a entender por lo que estás pasando, no te sentirás sola. Es una etapa de mucho consejo externo y eso nos vuelve a conectar con emociones que nos superan. Cada persona te dará el suyo según lo haya vivido y pensando siempre que es lo mejor que puedes hacer.
En esta etapa empezamos también a conectar con nuestra propia infancia y a ver si hubo carencias en ella. Nuestra madre estará presente en el mejor de los casos y pueden surgir conflictos enterrados. Es una buena etapa para revisarnos y poder cerrar con ella asuntos pendientes. Ahora la hija es madre y puede ponerse de alguna forma en sus zapatos y ver que ella lo hizo lo mejor que supo y pudo con las herramientas que tenía y ahora está aquí para ayudarnos de la forma que sabe.
Y ¿qué pasa con la pareja?
En caso de vivir en pareja es una etapa de negociaciones diarias, hay que dejar que ayuden de la forma en que puedan hacerlo. No tienen por qué hacer lo mismo que nosotras ni de la misma forma. Puede que mientras estamos lactando nuestras parejas pueden ir comprando, guisando o limpiando. También es una buena etapa para saber pedir ayuda y conectar con lo que necesitamos. Antes de pedir ayuda a tu pareja piensa en un momento en lo que necesitas: puede que necesites que se quede un rato con la criatura mientras tomas el aire, puede que necesites que haga algo de comer, puede que necesites un masaje en los pies…También hay que volver a negociar con la sexualidad aunque suene un poco contractual. No es una etapa en la que la libido nos salga por las orejas, pero tampoco hay que perder de vista la intimidad con la pareja y en muchas ocasiones se hace muy dura por la falta de deseo, porque al hacer colecho no hay oportunidades…en esos casos busquemos ayuda en personas que puedan quedarse un ratín con la criatura, tiremos, si podemos, de abuelxs, tíxs…
Todas soñamos con ser la mejor madre del mundo, y ya lo somos, nadie mejor que nosotras para nuestra criatura y eso me lleva a pensar en la mirada compasiva y a no machacarnos con el pensamiento de mala madre cuando le doy una voz o la regaño por cualquier cosa. Una cosa es algo circunstancial y otra algo sistemático.
Para no caer en el agotamiento y que este nos lleve a acciones no deseadas lo esencial es aprender a escucharnos y sobre todo, a no perdernos de vista.
Uno de los mayores laberintos que nos vamos a encontrar es dejar de un lado la mujer que fuimos y que perdemos en esta aventura, pero ¿Realmente la hemos perdido? Yo creo que más bien lo que nos encontramos es con otra faceta más en nuestra vida. Dejamos atrás proyectos para emprender nuevas aventuras, ponemos en pausa trabajo y vida social para encauzar nuestra vida desde una nueva perspectiva y hacer nueva red afectiva y eso siempre es bueno! Date la oportunidad de pensar en positivo, de conectar de nuevo con lo que deseas y la vida te irá llevando a donde tengas que llegar.
Y todos estos laberintos y un buen puñado más que se darán a lo largo de tu maternidad y de tu vida van a superponerse, a caminar en paralelo, a solaparse…y poco a poco irás cerrando unos para abrir otros. Lo importante es no perderte a ti misma en el camino, saber que tienes personas aliadas a quien pedir ayuda y espacios de buentrato internos y externos a los que acudir.
Nosotras te proponemos tres herramientas de autocuidado:
En lo personal te invitamos a hacerte un REGALO al menos una vez a la semana. Este regalo puede ser material (algo que sabes que te va a sentar bien y con lo que te vas a ver estupenda) o espiritual (una puesta de sol, una ducha relajante, meditación, yoga…) Lo importante es que conectes con el placer de regalarte algo que sea sólo para ti y que dependa sólo de ti. Puedes disfrutar tu regalo en tres tiempos: imaginando lo que te vas a regalar y creando desde ese momento la conexión con el placer, disfrutándolo mientras lo llevas a cabo y recordando lo bien que te has sentido mientras lo realizabas. Sabiendo que sigues siendo importante en tu propia vida.
En lo relacional la invitación es a dejarte cuidar. El CUIDADO MUTUO es algo que olvidamos fácilmente. Nos volcamos en cuidar hacia afuera, nos olvidamos de nosotras, de pedir ayuda y cuando se ofrecen nos cuesta mucho aceptar. El reto es dejarnos cuidar sin pensar en nada más, sólo disfrutando de ello. Permitiendo que otra persona se haga, por un momento, cargo de nosotras. Conectando con el placer de ser cuidadas.
En lo social nuestra responsabilidad es ir tejiendo una FAMILIA AFECTIVA que nos dé sostén, que nos quiera tal y como somos, sin juicios, sin consejos gratuitos, sin pegas. Esa familia afectiva puede coincidir con nuestra familia biológica e iremos sumando y restando personas a lo largo de nuestra vida según se den las circunstancias.
El final de los distintos laberintos se da cuando somos capaces de cerrar el duelo que los mantiene abiertos. El duelo hay que pasarlo por el cuerpo, enterarnos de qué nos está diciendo para saber qué necesita y pasar por todas sus fases por rápido que sea. Dependiendo del duelo nos quedaremos más en una fase que en otra:
Negación- Esto no es como esperaba, esto no me está pasando a mí, esta no soy yo…nada se me da bien
Ira- Estoy hasta las narices de hacerlo yo todo, así no hay quien pueda con esto, tú tienes la culpa de todo…
Negociación- Esto pasará, si hago esto de forma diferente se solucionará, esto sólo son dos meses más…
Tristeza- No puedo con mi vida, todo me sale mal, lo hago fatal, me siento abrumada
Aceptación- He podido salir airosa de todo esto y además he aprendido en el camino
Hasta llegar a la aceptación podemos vivir en una montaña rusa constante de una fase a otra sin entendernos, sin entender nuestras emociones y sin saber gestionarlas.
Y hablando de las emociones que nos salen en los duelos conectamos con las emociones que tenemos que validar en nuestras criaturas y nos saltan las alarmas porque ¿de qué manera me enseñaron a mí a gestionar mis emociones? Pregunta importante para saber por qué reaccionamos ante ellas de una u otra forma.
En el taller propuse un ejercicio muy visual que os dejo aquí: El círculo de seguridad. Se trata de ver, con las emociones propuestas cómo las gestionaron conmigo y cómo las gestiono yo ahora y cómo las gestiono con las demás personas a las que cuido.
Pinta un círculo dentro por cada emoción bien validada y explicada en tu infancia, un círculo entre dentro y fuera cuando las explicaciones que te dieron no fueron suficientes y la emoción era validad y no validada dependiendo del momento y por último un círculo fuera por cada emoción ignorada, no explicada y no validada.

Para terminar os comparto la charla grabada en la que hablamos de alguna cosa más y lo hicimos empezando con un cuento que resume de forma metafórica todo el laberinto de la maternidad: El deseo del que hablábamos al principio visto en el vuelo libre del colibrí, el proceso del laberinto y las distintas espinas que salen en él y la salida del laberinto con la ayuda de la red afectiva y la conexión con una misma. Todo un vuelo de vida.
Esta charla-taller es una pequeña pincelada de lo que trabajamos en profundidad en nuestros talleres de autoconocimiento y aprendizaje. Recomendamos para ver las películas: Ama, Cinco lobitos, Madres paralelas y las series: Madres trabajadoras y Bendita paciencia.
Si te interesa saber más tienes la información en el menú o puedes contactarnos en semillasdebuentrato@gmail.com
