Semillas al viento, Talleres

El Deseo

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Este sábado comenzamos nuestro ciclo de talleres mensuales con El Deseo.

 

Podemos hablar del deseo como algo intrínseco del ser humano, si no hubiéramos deseado mejorar seguiríamos en las cavernas. El deseo cumple una función y es hacer que nos movamos en una dirección en busca de aquello que anhelamos, son metas imaginarias que nos impulsan hacia el futuro. En general nos pasamos la vida deseando algo: cuando somos pequeñas deseamos ser mayores para poder hacer lo que nos dé la gana, cuando somos adolescentes deseamos tener dinero para ser independientes de nuestros padres y madres, cuando tenemos novios o novias deseamos estar todo el día pegadas a ellos o ellas, cuando somos adultas deseamos todo lo que nos ofrece el capitalismo porque esa creación que el sistema hace del deseo es lo que mueve el mundo. Pero, ¿cómo vivimos nuestro propio deseo? ¿En qué deseamos convertirnos?

 

Deseo vs Aceptación= responsabilidad: Sí (Cuidado con lo que deseas). Si de repente obtenemos lo que deseamos nos surge el dilema de la responsabilidad, ahora debemos hacernos responsables de aquello que deseábamos. Surge el miedo a nuestro propio deseo y a qué hacer con él.

 

Este deseo tiene una parte de placer, anticipar la satisfacción de tener o poseer algo nos proporciona una dosis de placer y también entra en juego la fantasía de conseguirlo. Si ese deseo además es satisfecho nuestras endorfinas se vuelven locas por lo conseguido, nos da un subidón estupendo. Pero, ¿acaso conseguir todo lo que queremos nos hace felices?

 

Deseo vs Rechazo= frustración: No (duelos). Por otra parte si el resultado de nuestro deseo es negativo o recibimos una negativa nos cae encima un sentimiento de frustración que nos lleva a una pequeña o gran crisis y que debemos cerrar con un duelo. Nuestras fantasías no se ven saciadas y nuestras expectativas caen en picado. Esa frustración normalmente viene acompañada de ira, y como ya hemos dicho en más ocasiones, a las mujeres no se nos deja expresar la ira por lo que se acaba acumulando en nuestro depósito interno y manifestándose en forma de tristeza o depresión. También podemos encontrarnos con que no sabemos decir No, esa dificultad es nuestro propio miedo al rechazo. Conectando con lo anterior, el conseguir todo lo que deseamos hace que nuestro cerebro no esté nunca satisfecho y siga creando deseos, lo que al final se traduce en una infelicidad continua.

 

Independientemente de lo que la mente experimenta, reacciona con deseos que siempre implican insatisfacción. Si la mente experimenta algo desagradable desea librarse de la irritación, si experimenta algo placentero desea que perdure por lo que siempre está insatisfecha.

 

Si ponemos como ejemplo de esto el amor, nos causará:

 

  • Ansiedad (abandono)
  • La creencia de que podemos aspirar a alguien mejor.
  • Ambos pensamientos a la vez

 

Si aceptas que las cosas son como son, no hay sufrimiento.

 

Para poner el broche de oro y sin dejar el tema, hablamos de un deseo mucho más íntimo, el deseo sexual, y para hacerlo jugamos con palabras: Deseo, placer, fantasía, sexualidad

 

Todas ellas son palabras que juegan con nuestros cinco sentidos, las sentimos con todos ellos.

 

Deseo. Suena a algo prohibido, a algo carnal, sudor, pasión…A las mujeres no se nos enseña a desear, se nos enseña a ser deseadas. A estar siempre disponibles para los deseo del otro, a satisfacer sus deseos sin pensar en los nuestros. Durante siglos las mujeres han sido tratadas como simples recipientes en los que poner la semillita, se pensaba que no teníamos estímulos sexuales, que no necesitábamos desear y que con tener un hombre ya íbamos servidas, independientemente de que cumpliera o no nuestras expectativas. Hoy aún se mutilan mujeres sexualmente para evitar que deseen, que sientan.

 

Placer. El placer se nos ha negado. Montones de tratados médicos destripaban la anatomía femenina sin poner de relieve que también sentimos y necesitamos ese placer. Se nos daban curas contra la histeria que no eran más que masturbaciones para dejarnos tranquilas y satisfechas. De hecho las mujeres disponemos de una parte anatómica diseñada exclusivamente para nuestro placer: el clítoris, algo que no tienen los hombres.

 

Fantasía, que deja volar nuestra imaginación. Imaginación que en muchos casos viene apoyada en un amor romántico que nos deja en un papel de sumisión frente al hombre que debe darnos protección y placer. Fantasías que no hay que compartir, que no tienen por qué llevarse a cabo, que sólo están ahí para erotizarnos.

 

Sexualidad. Desde pequeñas se nos enseña de forma diferente a vivir nuestro sexo: Lo que no se ve, no existe. Lo que no se nombra, no existe.

 

En el caso de las mujeres al tener los órganos sexuales internos parece que no existieran, de hecho sería un ejercicio interesante saber si podríais pintar de memoria vuestra vulva. Pero la sexualidad va mucho más allá de nuestros órganos reproductores. Tenemos un cuerpo sexuado y preparado para el placer y prácticamente usamos un porcentaje muy pequeño de él para disfrutarlo completamente.

 

La sexualidad se compone de globalidad y genitalidad.

 

La globalidad es el todo, es nuestro cuerpo en un conjunto indivisible, todo placer y gozo, son caricias, son miradas, roces, susurros, todo aquello que nos provoca placer y que no tiene por qué ver con la genitalidad, que es la otra parte, la más conocida.

 

Y añadimos una palabra más: Seducción

 

En el juego de la seducción nos puede llamar la atención un cuerpo estático (alguien sentado en una barra: su pelo, su cara, su cuerpo, sus gestos…) o un cuerpo dinámico (el caminar, el bailar…) también el lenguaje verbal forma parte de la seducción, no sólo lo que me dicen sino en qué tono y de qué forma me lo dicen.

 

Cuando nos sentimos seducidas por una persona entramos en una fantasía en la que la vemos como queremos verla o la imaginamos y no como realmente es. Esa fantasía puede seguir alimentándose y puede erotizarnos, es decir, imaginamos a esa persona desde el placer y dándonos placer. En las fantasías eróticas podemos imaginar cosas que no tienen por qué convertirse en realidad, sólo forman parte de un imaginario que nos sirve para obtener otro tipo de placer. Ese placer puede tener su culminación en relaciones sexuales solas, lo que nos llevaría al autoerotismo o en compañía.

 

El autoerotismo forma parte intrínseca de nosotras mismas, nadie mejor conoce nuestro cuerpo y dónde y cómo tocarlo para acceder al placer pero sin embargo en un momento el patriarcado decidió que las mujeres no teníamos ni necesitábamos placer, que nuestra función era simplemente reproductiva, que el placer se lo teníamos que dar nosotras al hombre y que estaba bien que éste tuviera experiencias con otras mujeres. Este placer que tanto tiempo se nos negó podemos volver a conquistarlo conociéndonos a nosotras mismas para compartir ese conocimiento más tarde si lo deseamos con una pareja o bien disfrutarlo solas.

 

También debemos distinguir entre atracción y deseo que son términos diferentes. Para diferenciarlos se puede usar la metáfora del café: no es lo mismo decir me gusta el café (atracción) que me tomaría un café (deseo). Si estoy despierta a las cinco de la mañana por mucho que me guste un café puede que no sea la mejor manera de volver a dormirme por lo tanto se da una atracción sin deseo. Si por otra parte me despierto pegada de hora y necesito despertarme rápidamente y no me gusta el café igual me siento obligada a tomarme uno para acabar de despertarme y se da justo lo contrario, el deseo sin atracción.

 

Para tener una buena salud sexual los Derechos sexuales deben ser reconocidos y garantizados:

 

  • Al placer sexual
  • A la toma de decisiones reproductivas, libres y responsables
  • Expresión sexual emocional
  • Atención de la salud sexual
  • Libertad sexual
  • Equidad sexual
  • Información basada en el conocimiento científico
  • Privacidad sexual
  • Autonomía, integridad y seguridad sexual

 

En general debemos desaprender todo lo aprendido para volver a aprender, debemos aprender a deconstruirnos para volver a construirnos cada día, porque lo que me ha servido hasta hoy puede que no me sirva mañana.

 

Fue una mañana muy entretenida y llena de buenos deseos…

 

Y tú, ¿Qué deseas?

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