Semillas al viento

Miedos y prejuicios

El sábado viví una bellísima experiencia y me apetece compartirla con vosotras ya que me hizo reflexionar mucho sobre mí y mi camino.

Hace muchos años, cuando recién  comenzaba a transitar el camino del autoconocimiento, recuerdo que llegaban a mí, técnicas de respiración para la relajación y otras pautas para controlar la ansiedad y el desasosiego que me acompañaban por aquel entonces.

Yo que siempre he pecado de incrédula, no hacía mucho caso a estas recomendaciones y pasaba por ellas de largo e incluso me permitía bromear sobre las técnicas o sobre las personas que las practicaban (miedos y resistencias se apoderaban de mí sin yo saberlo) Ahora sé que no es que yo fuera incrédula, que también, sino que esas invitaciones que me hacían a respirar y desde ahí poder controlar mis emociones,  implicaban un esfuerzo y un trabajo por mi parte y yo que, como la mayoría de mi generación, estaba acostumbrada a la rapidez e inmediatez sin esfuerzo, la opción que me daban de autorregularme no entraba en mis cálculos. Yo quería una solución a mis problemas a modo de varita mágica donde con un click, la ansiedad pasara, me sintiera más relajada y dejara de sufrir. Los profesionales que me acompañaban por aquel entonces me lo  facilitaban mucho, pues  me dispensaban todas las varitas mágicas que quisiera en forma de medicación; pastillas para dormir, para relajarme, para animarme y estar más activa, complejos vitamínicos para los dolores musculares y de cabeza porque cualquier cosa que le contaras al médico de turno tenia solución con una pastilla. Eso sí que era magia, o a mí me lo parecía.

Años después, me aventuré en la mayor experiencia de crecimiento personal que he vivido hasta el momento y lo hice como hago casi todo lo importante en esta vida, sin apenas pensarlo y sin estar preparada. He llegado a la conclusión de que esta es la forma en que la vida quiere que yo vaya aprendiendo, sobre la marcha y atravesándome el cuerpo, que por otra parte es el aprendizaje más real y profundo que existe, así que quizás, aunque yo no me sienta preparada, seguramente lo estoy o termino estándolo y es por esto que me siento muy agradecida.

Como os contaba, durante esta formación tan potente, atravesé momentos muy complicados en los que recuerdo como me decían constantemente “respira, y al respirar reciclas las emociones” “al respirar cambia la emoción” y más “respira y respira” que a mí me sonaba en ocasiones como si hablaran en clave y  me estuviera perdiendo parte de la conversación o a veces me parecía pitorreo porque yo no podía entender como pretendían que se me pasara el disgusto sólo con respirar. (Recordad que yo estaba acostumbrada a la varita mágica que todo lo cura rápidamente)Porque yo respirar respiraba,  que si no me hubiera muerto, pero claro, no funcionaba.

Poco a poco fui comprendiendo el significado de aquello que me querían decir porque cada vez tomaba más conciencia de mi respiración e iba aprendiendo a hacer respiraciones completas, que es una cosa que tiene mucha lógica y parece muy fácil pero que si llevas muchos años respirando superficialmente a la altura de la clavícula (sin apenas entrar aire a tus pulmones más que para sobrevivir) pues es muy difícil cambiar el patrón respiratorio, como cualquier cosa.

A la vez empecé a ir a clases de Pilates, porque esto es así, cuando empiezas a hacer cambios en tu vida cada vez te quieres más y te cuidas más, y el Pilates es muy bueno para el cuerpo y también se trabaja mucho la respiración por lo que me venía genial. Me apunté a Pilates y no a Yoga porque eso era demasiado espiritual para mí… en fin. Necesité casi dos años de Pilates para dar el paso y probar el Yoga. Me encantó desde el primer momento.

Ahora asisto dos veces en semana a Yoga e incluso, muy de vez en cuando, saco la esterilla en mi casa y me dejo fluir con lo que me pide el cuerpo.

Ahora ya he aprendido a respirar (de una forma útil y poderosa),  a sostenerme en el llanto y en la ansiedad, ahora puedo reconvertir una emoción dolorosa, sacarla de mí y encontrar la paz. Ahora comprendo aquel lenguaje en el que me hablaban.

He llegado hasta aquí deconstruyéndome y rehaciéndome desde el amor que ahora siento que me tengo. Por este camino no me han servido las varitas mágicas porque esas lo único que consiguen es adormecer tu sentir y alejarte de tu verdadero centro. Para andar este camino de autoconocimiento me he valido de mi propia magia y de la de mis aliadas en el transitar de mis laberintos. He dejado atrás creencias erróneas, muchos prejuicios y resistencias. Ha sido complejo pero puedo decir que me ha engrandecido caminarlo.

Y ¿porque he querido compartir esto hoy? Pues porque el sábado asistí a mi primer Kirtan, que es un concierto de mantras donde todxs lxs asistentes participan, dirigido por Vika Gurskaya (@lylytktana) de Yoga Arte Cáceres. Reconozco que tenía mis reticencias a asistir pero era una invitación de mi maestra de yoga por el aniversario de su sala, Home Yoga Shala (@home_yogashala_merida) y me decidí a probar. Dejé a un lado mis prejuicios, me permití experimentar algo diferente y disfrutarlo. Es cierto que en algún momento venían a mis pensamientos algunas frases del tipo “esto hace un tiempo te parecería una secta “o “anda ya! cómo va a meditar nadie con tanto ruido”. Cuando esos pensamientos venían los acogía y me permitía darme cuenta de cuáles son mis miedos y mis prejuicios y cómo a veces dejamos que estos limiten nuestra vida, dejando de hacer cosas o de conocer personas sólo por aquello que hemos creado en nuestra cabeza.

En el momento que me permití disfrutarlo sin complejos y sin expectativas lo disfrute enormemente ya que se genera una energía preciosa entre todas las personas que asisten y la vibración que transmite la repetición de mantras favorece el estado de meditación y serenidad. Así que cuando me vi a mí misma disfrutando de los efectos de la práctica, no pude más que echar la vista atrás a aquellos años en los que la sola invitación a realizar respiraciones profundas me parecía la idea más desorbitada del mundo.

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