Perdonar es liberarnos de una carga para poder volar libres.
Aunque perdón es una palabra de origen latino: per donare (dar con intensidad) no aparece como tal en los textos hasta llegar a la Torá en la que en uno de los capítulos del Génesis aparece narrado como hecho, aún sin palabra que lo defina (Gen-37-47)
Históricamente el perdón no es algo natural, al contrario, era más fácil encontrar venganza en una ofensa que el perdón (véanse las culturas paganas. la Ley del Talión…). A partir del judaísmo y más tarde del cristianismo aparece como la consecución de admitir una culpa, arrepentirse y pedir perdón por ello.
También debemos diferenciar el perdón que damos y el que recibimos. En cuanto al primero, nadie puede obligarte a perdonar una ofensa, es una decisión personal que normalmente, y como ya he dicho, va en contra de los sentimientos de rabia que suelen acompañarnos. Pero acercarnos al perdón hace que nos transformemos y nos alivia la carga negativa que es inherente al rencor. Perdonar es aprendizaje y por tanto resiliencia. Para conceder el perdón atravesamos varias fases:
- Confrontar la rabia interior, la vergüenza, la herida.
- Reconocer la fuente de la herida y por qué nos hace tanto daño, qué sentimientos escondemos tras el dolor.
- Elegir perdonar. Esa es la opción, aunque haya base para la venganza o la ira, escoger perdonar nos va a hacer bien tanto física como psicológicamente.
- Buscar una nueva forma de ver a la persona que nos ha infringido la ofensa. No justificar el acto, pero sí perdonar a la persona.
Cuando el perdón es algo que pedimos la forma de hacerlo nos resulta más fácil, de hecho lo utilizamos como fórmula habitual cada día cuando tropezamos con alguien, cuando pisamos a alguien…Pero, ¿qué hay cuando debemos pedirlo por algo que realmente hemos hecho mal, por alguna injusticia o algo grave? En este caso el quiz de la cuestión está en saber reconocer la culpa, y también tienen unas fases:
- Admisión de la culpa
- Confesión
- Cambio de conducta
El perdón tiene también varias expresiones para ser pedido, por que hay veces que la persona ya no está, ha fallecido, otras veces puede encontrarse lejos y no podemos hablar directamente con ella…En cualquier caso podemos utilizar cualquiera de estas fórmulas:
- Disculparse cara a cara. Reconocer la verdad. De esta forma descargamos nuestro dolor. Eso no significa que la relación vaya a seguir como si nada. Debemos dar un tiempo a que la otra persona integre nuestras disculpas. No tener expectativas y hacerlo de corazón es el mejor consejo. Por supuesto no podemos nunca imponer nuestra necesidad de perdón.
- Escribir. Puede ser una carta corta o larga, y no tiene que llegar a la persona destinataria, nos puede servir como ejercicio de perdón al volcar nuestras necesidades en ella. También podemos escribir nuestras disculpas para clarificar lo ocurrido y que realmente lleguen a esa persona.
- Visualización. Podemos también visualizar el perdón. Es algo más complicado si no tienes la costumbre de hacer este tipo de ejercicios, pero si sueles practicarlos, el relajarse y concentrarse en pedir perdón es liberador.
- Confesión. No se trata del tipo de confesión religiosa a través de un confesionario, aunque si te va bien así, puedes intentarlo. Se trata de que algunas veces cargamos con secretos que nos pesan hasta clavarnos en el suelo y necesitamos irnos de este mundo ligeros, así que también viene bien aclarar y confesar algunas cosas antes de que sea más tarde.
Y luego está la cuestión de perdonarnos a nosotras mismas, como personas. Perdonar todo aquello que tenemos pendiente y que sigue llenando nuestras mochilas y no dejando sitio para otras cosas. Vamos acumulando heridas y llega un momento en que hay que revisarlas, algunas habrán cicatrizado más o menos bien, otras estarán casi secas y otras seguirán abiertas.
Lo interesante es mirar cada una de esas heridas y ver su importancia. En muchas de ellas veremos que la cosa no es tan grave, que cuando pasó lo que pasó, no pudimos hacer otra cosa, no teníamos más herramientas y que ahora soy otra persona, que me miro con otros ojos, y que para continuar, necesito perdonarme.
Si no soy capaz de perdonarme a mí misma, no puedo pretender perdonar a nadie.
El perdón adopta muchas formas, colores, olores…lo importante es que encuentres la tuya, te perdones y perdones.
Y después a volar!
